Hagamos la vacunación obligatoria

Soy partidario de la obligatoriedad de la vacunación.

A los padres, muchas veces, se nos olvida que de nuestros hijos solo somos los tutores, no los propietarios. La convención de los derechos del niño establece (art. 24) que «Los niños tienen derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud y a tener acceso a servicios médicos y de rehabilitación, con especial énfasis en aquéllos relacionados con la atención primaria de salud, cuidados preventivos y disminución de la mortalidad infantil. Es obligación del Estado tomar las medidas necesarias, orientadas a la abolición de las prácticas tradicionales perjudiciales para la salud del niño»: Pues bien, la vacunación es el método preventivo mas eficaz que se conoce contra muchísimas enfermedades infecciosas. Unicef estima que salvan de dos a tres millones de vidas al año. Las campañas de vacunación masiva son las causantes de la práctica desaparición en los paises avanzados de enfermedades como la poliomelitis, la rubeola o la tos ferina. No creo que los padres debamos tener derecho a privar a nuestros hijos de una atención sanitaria eficaz. Y esta incluye cumplir con el calendario de vacunas de cada lugar.

Porque la vacunación no solo protege a nuestro hijo, sino que es buena para el grupo: porque cuando esta alcanza un porcentaje suficiente dentro de la población, se genera inmunidad de grupo para aquellos que no han podido vacunarse: los inmigrantes que no han tenido la suerte de nacer en un país con una sanidad pública tan magnífica como la nuestra, por ejemplo. O los inmunodeficientes, o los alérgicos a los componentes de alguna de las vacunas.

Y además, así nos evitamos casos como el de Olot: porque el que en pleno siglo XXI, un niño muera en España de difteria, que llevaba erradicada veitiocho años, por tener unos padres que se creían mas listos que sus pediatras y las asociaciones médicas nacionales e internacionales (aunque he de decir que la postura de la madre era en cierto modo coherente: en la clínica en la que trabajaba como fisioteapeuta hacían pasar caramelos de azúcar por medicamentos) es profundamente triste y lamentable.

Al fin y al cabo, los antivacunas ya encontrarán alguna cosa mas inofensiva con la que seguir sintiendose guays, alternativos, diferentes, mas listos que los demás. Y si a los degenerados que alientan todo este mundillo alternativo para poder venderles sus mierdas – muchos de estos seguro que si que han vacunado a sus hijos –  se les jode un poco el negocio, eso que salimos ganando.

Hoy ha sido corto, eeh? Otro dia mas.

 

 

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